Tras nueve años del largo proceso de degradación estadística, que incluyó seis años de subestimación de la pobreza y tres sin publicaciones oficiales en esta materia, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) volvió a presentar datos sobre incidencia de la pobreza e indigencia en la Argentina.
La metodología oficial de medición que se utiliza está basada en la Línea de Pobreza, según explica el Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (Idesa). Este parámetro se conforma por el valor monetario de un conjunto de bienes y de servicios que se considera como el consumo esencial de una persona.
Cuando los ingresos del hogar no superan el valor monetario de la Línea de Pobreza se considera que ese hogar es pobre. El primer paso, que es calcular el valor monetario de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) y de la Canasta Básica Total (CBT), marcó el fin del apagón estadístico en materia de incidencia de la pobreza y de la indigencia.
Según Idesa, en el segundo semestre de 2006 (último dato oficial no manipulado) la Línea de Pobreza para una familia tipo, integrada por dos adultos y dos menores, equivalía a $ 9.260 a precios actuales. Además, se estimaba que el 27% de las personas (y el 19,2% de los hogares) tenían ingresos familiares por debajo de ese monto, para el total de aglomerados urbanos.
El Indec detalló que la CBA de un hogar indigente es de $ 4.930 y el ingreso total familias promedio es de $ 2.975. Para que un hogar indigente promedio llegue al valor de una canasta le faltan $ 1.955. Es decir, una brecha del 39,7%. En su informe, Idesa precisó que en el país hay una fuerte asociación entre pobreza e informalidad laboral. “Para superar la segmentación entre trabajadores formales e informales es imprescindible multiplicar la cantidad de empresas, mejorar la calidad de la educación y modernizar las instituciones laborales”, argumentó el estudio.